Íbamos caminando y contándonos nuestros temas, cuando vimos a una diosa parada frente a un puesto de comidas, y empezamos a llamarla: era nuestra querida locutora y productora de tv, radio y vida, Ciana Lago, con quien conversamos un ratito y que comentó que se había comprado una vaporera de bambú y que estaba muy contenta.
Como me suele pasar, me quedé con la idea dando vueltas y ni bien entramos a uno de los supermercados que hay -yo lo seguía a Leo- me la compré. Este tamaño es el mediano y sale 40 pesos. El mecanismo es asombrosamente sencillo y hoy cociné unos trozos de zapallo anco, porque volví tarde a casa.
Acompañé con torrejas de arroz, -típicas de mi mamá cuando estaba apurada- a las que puse de todo (bueno, no tanto: ajo, cebolla, albahca, mole, queso rallado). Cuando tengo, le agrego zanahoria rallada y así se puede seguir.
Según me dijeron Ciana y Leo, en la vaporera se pueden cocinar legumbres sin necesidad de remojo previo, y toda clase de hongos (no lo sabré nunca porque no me gustan.) Probaré todo, pero poder cocinar verduras al vapor con un implemento totalmente vegetal zamarrea a la macrobiótica que fui a los 16 y me hace sentir muy felíz.
Una última cosita: estoy muy contenta esta semana porque voy a empezar este curso maravilloso con este genio mundial, que además de mi nuevo ídolo es un patafísico y el otro día lo escuché en una charla que dio y bueno, que la nutrición no es sólo alimentos que se mastiquen, también está la gente que admiramos que nos nutre otras partes de nuestro ser.
Hasta mañana.