Ayer, luego de una tarde difícil, llegué a mi casa cansada y terminé cocinando tardísimo.
Por eso posteo hoy, a esta hora.
Hice un "muslo sin piel" -tal como lo venden en el supermercado- al horno, sobre un milímetro de aceite, lo justo para que no se pegotee a la asadera, porque no me gusta el coso ese que queda (!).
Mientras, preparé el arroz de una manera que acá me suelen decir que es muy cualquiera, pero es la forma común en lugares como Colombia o Brasil:
1. Lavar el arroz, varias veces. Esto le saca el almidón y eso hace que no quede tipo "puré". Por lo menos a mí me gusta el arroz durito y el cremoso me parece un modo de cocinar para perros.
2. Una vez lavado y escurrido, saltearlo en aceite + cebolla picada, así, sin agua. Si le ponés poca cebolla, es para darle gusto. Yo le meto media por persona, porque me gusta mucho.
3. Agregar el agua necesaria según la cantidad y tapar. Acá hay que tener en cuenta que, una vez dorado, ya está un poco cocido, por eso, se cocinará bastante más rápido. Cuando se escurre y se sirve, ni manteca ni queso, no me mezclen los regionalismos.
En otra olla puse repollitos de Bruselas en la vaporera, que se perfila como la mejor compra de 2012. Amo los repollitos de Bruselas y compré una bolsa como de 1/2 kg a $16.00; en otro momento me hubiera parecido una locura, pero ya estoy acostumbrada a que en Argentina los precios de la comida no tienen nada de lógica, nunca. Los repollitos estuvieron en 10-15 minutos, maso.
Y finalmente, la estrella de la noche (!), una salsa con leche de coco para acompañar el pollo (aunque también sirve para el arroz.) Es muy fácil y encontré la botellita de leche "Mais Coco" -es la marca popular, nada gourmet- a $8 y algo, en Coto. Van los pasos:
1. Derretir en la cácerol 1 cucharada de manteca.
2. Agregar la leche de coco, y revolver suave, si se puede con cuchara de madera. Si cocinan con sal, este es el momento de ponerla. Eeeepa.
3. Disolver una cucharada sopera de Maizena, y continuar revolviendo.
4. Le puse mole porque la pimienta me aburre a veces. El mole, además, cuando se calienta, se expande y queda genial. También metí una cucharadita de mostaza, que no suma sabor, pero sí una tonalidad copada.
5. Al final, queda salpicar con un toque de crema de leche y revolver un poquito más.
La salsa tal como la hago, queda como un segundo antes de la bechamel. La leche de coco, al calentarse-revolverse, adquiere una textura un poquito gomosa, ni líquida ni espesa. Acompañé con limonada porque me quiero morir de tomar limonada de tanto que me gusta.
Lo que sí, cené como a las 00.30 hs. Igual estuvo genial, porque en mi vida faveo todo lo que es leche de coco y arroz lavado, siempre.