lunes, 23 de enero de 2012

Cocinar en un hostel / Mendoza

Como habrán leído, este fin de semana que pasó fui a Mendoza. Como soy absolutamente pobre, toda la energía estuvo puesta en ahorrar todo lo que pudiera en pasajes, hospedaje y comida, y hacer rendir el dinero para tomar algo, o para alguna excursión, en fin. 
De esta manera, me metí en el hostel más barato que encontré, que resultó ser genial. Estaba bastante concurrido y ni bien entré supe que OBVIAMENTE no podría cocinar en tetas allí. Pero, me propuse hacerlo "sin sujetador", como les dije en el post anterior, porque me parecía importante continuar cocinando con el concepto del blog. Por otra parte, había un par de pasajeras que adscribían a esta política, no a la de cocinar, pero sí a la de no usar ñocorpi. 

A lo importante: como verán, la cocina del lugar era muy amplia, luminosa y completa. El plus es que había unos cuantos gringos jóvenes que se alimentaban a papas fritas de paquete y cosas así, o sea que tuve la cocina prácticamente para mí sola, salvo por una japonesa hermosa que se tomaba unas tres horitas para preparar sus vegetales. 


Los platos que ven allí son los ingredientes para lo que cociné el sábado por la noche, empanadas de carne. Me habían ofrecido en el hostel 3 empanadas + copa de vino 20 pesos, yo gasté 30 e hice 12 empanadas y todavía más: compré dos cervezas y una genérica de sevenáp para hacer "claras con limón" simplificadas. Bien: la innovación en estas empanadas es que les puse palta y bastantes ajíes picantes, además de huevo, papa, y por supuesto la carne (sí, los puristas gonna hate). Podría parecer demasiado, pero la verdad es que la palta quedó bárbara y todo tenía su lugar justo. Lo que sí, eran empanadas para valientes: el picante con la cerveza fría, bueno, es una sensación un poco adictiva. Vean en detalle:


Una cosa que hice, muy linda, fue alquilar una bicicleta por la mañana, la tuve durante todo el día. Esto me llevó a dar vueltas por lugares de la ciudad que de otra manera no hubiera conocido: siempre pienso que la bici -para el que no es una larva fiaca- es una gran aliada del turista. Para llevar hasta el fondo mi rol de estoy en el interior compré unas uvas -bandejaza por 5 pe- en un puesto callejero, y las puse en el canasto, y así me las llevé. No hacía las compras en bici desde que era una nena. La de la foto no soy yo, sino una señora que tardaba mucho en decidir qué comprar. 


El domingo volví muerta de hacer un trekking "moderado" + rappel -me tuve que cambiar la remera de tanto que transpiré, mil más que en el gimnasio- y por el cansancio, la comida que hice tiene un grado de elaboración cercano al 0 (cero) pero a mí me encanta: escalopes de berenjena (NI SIQUIERA MILANESAS, O SEA HUEVO Y HARINA) y unas patatas bravas de chica pobre, a saber: papas hervidas en cubos, 3 dientes de ajo picados, dos cucharadas de BAYONESA y una , cargadita, de queso Philadelphia regular (el queso no era mío, lo habían dejado unos que se fueron y me dieron permiso para terminarlo). Tuve la lucidez de antes de partir a la excursión, dejar la gaseosa lima-limón en el freezer. La saqué un rato antes de empezar a cocinar, y para acompañar esto fue GENIAL porque me congeló el cerebro. El mate que ven en todas las fotos está allí porque soy de esa clase de subnormales estomacales que toman mate un minuto antes de cenar y continúan tomando ni bien levantan la mesa. 


Finalmente, quiero hacer un llamado a la reflexión (?) y destacar lo bello y noble de comer sobre tablones, y al aire libre bajo una parra, enredadera, etc. Digo esto porque había unos colonizados mentales caretas que desayunaban adentro, y me angustiaba mucho. Sacudían la servilleta adentro del mantelito, me ponía muy mal, teniendo el patio y el aire libre y la sombra y todo eso ahí preferían un ventilador. 

Prontamente, regreso al calor de mi cocina y trataré de probar con algunas recetas que me mandaron por e-mail algunos de Ustedes. 
Saludos!